Capital Humano: ¿un término que deberíamos dejar de utilizar?

En las últimas semanas me encontré con una gran cantidad de empresas que tienen departamentos denominados de “Capital Humano”.

 

Al mismo tiempo, recordé que en Alemania, un jurado de especialistas para el idioma de ese país seleccionó a la palabra “Capital Humano” cómo la “No-Palabra” del año 2004.

 

El resultado de calificar a un concepto como la “no-palabra” es porque tiene un significado que devalúa de manera importante a los seres humanos.

 

La comunidad de ciencias económicas y una gran cantidad de gerentes no pudieron comprender esta decisión y, de hecho, se molestaron mucho con ella. Su argumento era que la palabra “capital” se refiere a “algo de valor” y que tiene que ser manejado con cuidado.

 

Por lo tanto, las capacidades de los seres humanos en una organización son un valor para esa empresa. También se entiende que cuando la organización no está invirtiendo en este recurso, el valor de la empresa disminuirá.

 

En 1979, el estadounidense Theodore Schultz obtuvo el premio Nobel de Economía por su desarrollo de la teoría del Capital Humano.

 

¿Podemos ver de otra manera a las palabras “Capital Humano”? Pierre Bourdieu, sociólogo y filósofo social francés, criticó la idea en cuanto a que se reduce a la dimensión económica.

 

Una definición de la palabra “capital” es la cantidad de todos los bienes que necesitamos para cumplir el propósito de la organización.

 

En su etimología la palabra contiene “caput” que equivale a “cabeza” y significa el número de cabezas de ovejas o vacas que hay en el rebaño. Y señala que dichos bienes son propiedad del dueño y están a su libre disposición.

 

Por otra parte, Karl Marx definió el capital como una cantidad de dinero, la cual invertimos para obtener una cantidad más alta de nuevo. Y a ese respecto lo que hemos observado en los últimos 30 años es que las empresas que redujeron su “Capital Humano” aumentaron su valor en la Bolsa de Valores.

 

El incremento de valor permite que los bonos de los altos directivos también aumenten. Sin embargo, nadie preguntó si la reducción de los lugares de trabajo fue la consecuencia de decisiones equivocadas de corto plazo en el pasado o si sólo estuvieron relacionadas con la idea del resultado trimestral y los bonos.

 

Estoy convencido de que los seres humanos no son “conteos”, bienes de capital u ovejas propiedad de la organización. Las personas de una organización son colaboradores y éstos ofrecen sus capacidades y su tiempo, mientras que la organización paga por ello.

 

Conozco una compañía en Alemania que tiene dentro de su organigrama a un “Departamento de Colaboradores” y me parece muy adecuado, ya que podemos llamar a todos los miembros de una organización “colaboradores”, desde el trabajador hasta el director general.

 

Me pregunto si deberíamos repensar el nombre de esos departamentos en nuestras organizaciones. Al final del día es el área responsable de la calidad de vida del personal, así como de sus lugares de trabajo.

 

Fuente: Entrepreneur

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